6 may 2012

Escribí el 23 de agosto del 2011, cuando empezó nuestro último calvario


Escrutaba tu gesto.
Buscaba en tu mirada.
No me hablabas.
Eran tus miedos.
Estallaste en llanto.
Hoy vuelvo.

Quedé petrificada
Hiciste un gesto rotundo que me quebró el alma, secando los canales de salida.

No es fácil el desapego.

Cada cosa lleva la muerte anunciada.

Cada cierre es un candado que anuncia el cadalso.

¡Madre!

No puedo arroparte.

No puedo acompañarte.

Es tu traspaso.

El mío vendrá mañana, y te llamaré para que acunes mi alma.

Entonces atenderás mi llamada.

Hoy te encomiendas al Sagrado Corazón de Jesús y llamas a la que te parió.

Ella espera el reencuentro.

A veces se acerca.

Otras se pierde en la bruma que construyen mis deseos de tenerte cerca.

Te fatigas.

Te dueles.

Estás agotada.

Te cuesta seguir subiendo la cuesta de la mañana a la noche.

Por él has llegado a este momento en que las fuerzas te fallan.

Ya no tienes rasmia para esa labor que es el fin de tu existir.

Temes mi soledad.

Temes mi debilidad.

Temer por mí te hace olvidar la llamada.

El olvido de los errores de la vida es bálsamo que te acompaña.

ESCRIBÍ CUANDO EMPEZABA NUESTRO CALVARIO FINAL.
23 DE AGOSTO DEL 2011

TE FUISTE EL 3 DE FEBRERO

ESTOS PRIMEROS DÍAS DE MAYO HAN SIDO MUY DOLOROSOS PARA MÍ. HE LLORADO DESCONSOLADA.

5 may 2012

En este día de la madre


Un día de la madre sin ti.
Tres meses desde que te fuiste.
A cada instante pienso tu ser, aunque nunca podré alcanzarte.
Tantos cariños me entregaste.
Llegué a la vida desde ti.
En ella estaba papá y mi hermano, pero siempre te sentí mía.
De chiquitina, rechazaba que miraras a otros niños o niñas.
Eso que tú tenías muchísimo gancho para las criaturas.
Pasaste por la vida sabiendo que las personas valían la pena.
Tus valores eran tu mejor ropaje.

¡Mamá!