21 abr 2013

Aniversario

Hace días que no te escribo cartas.
Hoy he manifestado que hubieras cumplido años. Que de tu vientre salí y contigo tuve lo mejor que la vida puede ofrecernos, amor.
Mis emociones han ido aceptando tu ausencia.
De hecho no estás ausente. Siempre estás en mí.
Tu muerte me hizo mirar la mía. Ese fue el proceso que seguí.
He vuelto a adherirme a la vida y a construir proyectos de futuro.
Señalaré que en las fechas que pasé con papá, constaté que él y yo hemos superado ese primer momento de tu partida.
Aunque la casa tiene tu huella, ahora es más de él.
Eso es bueno. Le da vitalidad y seguridad.
Dibuja edificios que copia, con rotuladores, de recortes de periódicos.
Hice torrijas en tu honor. Unas pocas cada día, para evitar empachos. En cada caso me salieron distintas. Para mi gusto, las mejores las primeras. Las que merendamos con tu hermano, mi tío, que estuvo a menudo pasando por casa.
Papá pasó el invierno yendo al club por las mañanas, ahora va por las tardes. Está animado. El buen tiempo le va bien. Algunos días ha podido pasear por el parque y charrar con los vecinos.
Mejoró el aparato para los oídos. Ahora se entera bastante.
Este invierno llevé tu chaqueta de lana. En el viaje que hice a casa la dejé en el armario, junto con tu chaleco azul. Tu ropa sigue allí colgada. Tus manos la cosieron y acariciaron. Eras presumida y cuidadosa.
Quité del espejo aquel dibujo que te hizo María siendo muy niña. Lo dejé en el cajón de la mesilla.
Ella está a punto de cumplir los diecisiete. Toda una mujer.
Nos sale artista.
Te beso con el cariño amoroso que siempre sentí por ti.
Te quiero.