Hace días que no te escribo cartas.
Hoy he manifestado que hubieras cumplido años. Que de tu vientre salí y contigo tuve lo mejor que la vida puede ofrecernos, amor.
Mis emociones han ido aceptando tu ausencia.
De hecho no estás ausente. Siempre estás en mí.
Tu muerte me hizo mirar la mía. Ese fue el proceso que seguí.
He vuelto a adherirme a la vida y a construir proyectos de futuro.
Señalaré que en las fechas que pasé con papá, constaté que él y yo hemos superado ese primer momento de tu partida.
Aunque la casa tiene tu huella, ahora es más de él.
Eso es bueno. Le da vitalidad y seguridad.
Dibuja edificios que copia, con rotuladores, de recortes de periódicos.
Hice torrijas en tu honor. Unas pocas cada día, para evitar empachos. En cada caso me salieron distintas. Para mi gusto, las mejores las primeras. Las que merendamos con tu hermano, mi tío, que estuvo a menudo pasando por casa.
Papá pasó el invierno yendo al club por las mañanas, ahora va por las tardes. Está animado. El buen tiempo le va bien. Algunos días ha podido pasear por el parque y charrar con los vecinos.
Mejoró el aparato para los oídos. Ahora se entera bastante.
Este invierno llevé tu chaqueta de lana. En el viaje que hice a casa la dejé en el armario, junto con tu chaleco azul. Tu ropa sigue allí colgada. Tus manos la cosieron y acariciaron. Eras presumida y cuidadosa.
Quité del espejo aquel dibujo que te hizo María siendo muy niña. Lo dejé en el cajón de la mesilla.
Ella está a punto de cumplir los diecisiete. Toda una mujer.
Nos sale artista.
Te beso con el cariño amoroso que siempre sentí por ti.
Te quiero.
Me han emocionado estas cartas amiga, porque salen de tu corazón, y son sentimientos tuyos, profundos y que no cambiaran, si evolucionaran, el tiempo
ResponderEliminarhace ver las cosas distintas, todo se calma. Pero esta claro que nunca se irán del todo, los que han partido, los que amamos y seguimos amando, estarán con nosotros hasta el fin de nuestros días.
Angels, gracias por estar conmigo en éste.
ResponderEliminarEs posible que se de una evolución, aunque a veces la involución parece ser la que habita en mí.
Es cierto que la vida sigue, y en ella estaremos, pero nada será lo mismo.
Los significados se han dado la vuelta, como si nada de lo de antes se sostenga.
Una madre es el yo. Sin ella en que mirarnos perdemos el norte.
Somos náufragos, huérfanos adultos que acunamos nuestro dolor en soledad y a escondidas, evitando la mirada sorprendida de los demás.
Nuestras almas no encuentran consuelo. Ellas habitaron el vientre de la madre, alcanzando la comunión de las almas, con la de ella.
Eso que escapa a nuestra comprensión se traduce en desconcierto.
Mi día queda vacío porque no puedo tenerla ante mí.
Sigo, porque fracturo mi identidad en lo que se adhiere a lo terrenal, y espero que el tiempo se me haga leve.
Use este blog porque la necesitaba. Ahora no lo habito, pero ella habita en mis pensamientos.
Ella fue un ser humano que vivió su trayectoria. Yo vine a colmarla de todo tipo de emociones.
Quise vivir y descubrir mis posibilidades, pero ella era el territorio en que hacía pie.
Me falta.
Aún no me he enfrentado de lleno a su ausencia. Seguir atendiendo las necesidades de papá, lo impide.
Besos